A pesar de los obstáculos del mundo, el individuo pensante en el hombre ha hecho una labor de gran calidad y ha creado una atmósfera alta y clara en el pensamiento humano en general. Esto ha sido el trabajo de una razón que busca siempre conocimiento y lucha pacientemente para encontrar la verdad por ella misma, sin desviaciones, sin interferencias de intereses distorsionados, para estudiarlo todo, para analizarlo todo, para saber el principio y el proceso de cada cosa. Filosofía, ciencia, aprendizaje, las artes que razonan, toda la labor de años de la razón critica en el hombre ha sido el resultado de este esfuerzo. En la era moderna con el impulso de la Ciencia este esfuerzo asumió proporciones enormes y reclamó exitosamente por un tiempo, para descansar después, el verdadero principio y el proceso de la regla, no solamente de todas las actividades de la Naturaleza, sino de todas las actividades del hombre. Con esto se han hecho grandes cosas, pero no ha habido un éxito final. La mente humana esta comenzando a percibir que ha dejado lo más importante de cada problema sin tocar, solamente iluminando su parte exterior y clarificando parcialmente los procesos. Ha habido una gran y ordenada clasificación y mecanización, un gran descubrimiento y algunos resultados prácticos de aumento en el conocimiento, pero, solamente en la superficie física de las cosas. Vastos abismos de Verdad descansan en las profundidades, en las cuales están ocultas los brotes o resortes reales, los misteriosos poderes y las influencias secretas y decisivas de la existencia. Es un dilema, el de que si la razón intelectual alguna vez será capaz de darnos una respuesta o explicación adecuada a esas profundas y grandes cosas o categorizarlas como voluntad inteligente; como ha triunfado en explicar y canalizar, a través del todavía imperfecto, pero con mucha algarabía y resultados triunfantes, las fuerzas de la Naturaleza física. Pero estos otros poderes son mucho más grandes, más sutiles, más profundos, más escondidos, fugaces y más cambiantes que aquellos de Naturaleza física. Toda la dificultad de la razón en tratar de gobernar nuestra existencia es, que por sus propias limitaciones intrínsecas, no es capaz de lidiar con la con la complejidad de la vida o con sus movimientos integrales; está sometida a dividirla en partes, para hacer más o menos clasificaciones artificiales, construir sistemas con información limitada, las cuales se contradicen, se distorsionan o tienen que ser continuamente modificadas por otra información, trabajar una selección de potenciales regulados los cuales se separan por el rompimiento de una nueva ola información, o también potenciales no regulados.
Cuando la razón se aplica a la vida y a la acción, ella llega a ser parcial y apasionada y la esclava de otras fuerzas que no son la verdad pura.
Pero inclusive si el intelecto es imparcial y desinteresado en lo máximo posible - del todo imparcial, y del todo desinteresado el intelecto humano no puede ser, a menos que este satisfecho de llegar a una completa separación y practicar una completa tolerancia, pero en ningún momento efectiva, sino escéptica, o quizás curiosa - todavía las verdades que él descubre o las ideas que él promulga, llegan a ser, en el momento que ellas son aplicadas a la vida, el juego de las fuerzas sobre las cuales la razón tiene muy poco control. La ciencia siguiendo su fría y rasa disciplina, hace sus descubrimientos, sirviendo de esa forma a un humanitarismo práctico, y por el otro lado, ella suple armas monstruosas para el egoísmo y la mutua destrucción; esto ha hecho posible una organización de gran eficiencia la cual ha sido usada por un lado, para el mejoramiento económico y social de las naciones y por otro lado, como un ariete de batalla en una agresión mortal y ruin. Ella ha promovido, por un lado, un gran nacionalismo altruista y humanitario, y por el otro, ha justificado un egoísmo endiosado, un fatalismo y una voluntad vulgar para obtener poder y triunfo. La ciencia ha empujado a la humanidad y le ha dado una nueva esperanza y al mismo tiempo la ha comprimido y aplastado con la carga de un comercialismo monstruoso. Y esto no se ha acabado, como muchas veces se ha sostenido, por su divorcio con la religión o por su falta de idealismo. La filosofía idealista igualmente también ha estado al servicio de los poderes del bien y el mal y ha contribuido con una convicción intelectual, para ambas, la reacción y el progreso. La religión organizada ha reclutado y alistado muchas veces y frecuentemente en el pasado a hombres para cometer crímenes y masacres y justificar el oscurantismo y la opresión. La verdad es que, sobre lo que nosotros ahora estamos insistiendo, es que la razón es en su naturaleza, una luz imperfecta con una gran pero restringida misión, y que una vez aplicada a la vida y la acción llega a ser sometida a lo que ella estudia y se convierte en la esclava y consejera de las fuerzas en las cuales su oscuro y enfermizo entendimiento lucha para que ella intervenga. Ella puede en su naturaleza ser usada y siempre ha sido usada para justificar una idea, teoría de la vida, sistema de sociedad o gobierno, ideal del individuo o acción colectiva a la cual la voluntad del hombre se une por el momento o a través de siglos. En la filosofía ella (la razón) da igualmente buenas razones para el monismo o el pluralismo, o para cualquier idea en la escala entre los dos; para la creencia en ser o la creencia en llegar a ser, para el optimismo o el pesimismo, para la actividad o la quietud. Ella (la razón) puede justificar la religión más mística y el más positivo ateísmo, librarse de Dios o no ver nada más. En estética provee las bases igualmente para lo clásico y lo romántico, para lo ideal, lo religioso o para la teoría mística del arte, o para el realismo más materialista. Ella puede, con el mismo poder, juzgar austeramente un estricto y estrecho moralismo o probar triunfantemente la tesis de la antinomia (contradicción entre dos leyes o entre dos principios filosóficos). Ella (la razón) ha sido el profeta hábil y convincente de cada rey de la autocracia o oligarquía y cada una de las especies de democracias; ella suple razones excelentes y satisfactorias para el individualismo competitivo e igualmente, excelentes y satisfactorias razones para el comunismo y para los que están en contra de él y por el estado socialista o por una variedad de socialismo en contra del otro. Se puede poner ella misma (la razón) con igual efectividad al servicio utilitario, economía, hedonismo (doctrina ética que identifica el bien con el placer), estética, sensualismo (escuela filosófica que atribuye a la sensación el origen y la formación de las ideas), ética, idealismo, o cualquier otra necesidad esencial o actividad del hombre y construir alrededor de ella una filosofía, un sistema político y social, una teoría de conducta y vida. Pídele no descansar sobre una idea solamente, pero hacer una combinación ecléctica (doctrina o método filosófico, por el cual se intenta conciliar opiniones o doctrinas diferentes u opuestas), o una armonía sintética y ella te satisfacerá; si solamente ha habido un número posible de combinaciones o armonías, ella igualmente justificará bien una o la otra y arreglará o quitará cualquiera de ellas de acuerdo si el espíritu del hombre la atrae o la rechaza. Porque eso (el espíritu del hombre) es lo que decide, y la razón es solamente un servidor brillante y un ministro de esta oculta, velada y secreta soberanía.
¿Por qué el hombre tiene fe en la razón?
Porque la razón tiene una función legítima que llenar, para la cual está perfectamente ajustada o acomodada; y es, justificar e iluminar al hombre en sus variadas experiencias y darle la fe y la convicción para continuar y ampliar o acrecentar su consciencia.
Esta verdad está escondida del racionalismo porque el racionalismo está basado en dos artículos de fe. El primero es: que su razón está correcta y la razón de los otros que difieren de ella, es incorrecta. El segundo es: que cualquier deficiencia que se encuentre presente en el intelecto humano, la razón colectiva humana eventualmente llegará a la pureza y será capaz de encontrar los pensamientos humanos y la vida segura con una base racional, clara y enteramente satisfactoria a la inteligencia. Su primer articulo de fe es no dudar en la expresión común de nuestra egoísta y arrogante falibilidad, pero hay algo más; ella expresa la verdad que es la función legitima de la razón para justificar las acciones del hombre y su esperanza y su fe que están en él, dándole la idea y el conocimiento, aunque sea restringido, y una convicción dinámica, aunque estrecha e intolerante, la cual él necesita para poder vivir, actuar y crecer en la suprema luz disponible a él. La razón no puede alcanzar o poseer toda la verdad en su abrazo, porque la verdad es muy infinita para ella; pero, todavía posee ese algo de ella, el cual es una necesidad inmediata para nosotros, y su insuficiencia no detrae o disminuye el valor de su trabajo, sino por el contrario es la medida de su valor. Porque el hombre no está hecho para poseer o alcanzar de una vez toda la verdad en su ser, sino para dirigirse a ella a través de una sucesión de experiencias constantes; pero de ninguna manera un continuo perfecto crecimiento en sí mismo. Este primer oficio de la razón es entonces justificar e iluminar al hombre en sus variadas experiencias y darle la fe y la convicción para continuar su crecimiento. Ella (la razón) le justifica a él (el hombre) lo uno y lo otro, las experiencias del momento, la lejana luz del pasado, la visión incompleta del futuro. Su inconsistencia, su fragmentación o divisibilidad en contra de ella misma, su poder de sostener los puntos de vistas opuestos es el total secreto de su mérito o valor. La razón no podría apoyar verdaderamente los puntos de vista muy conflictivos en el mismo individuo, excepto en los momentos de comprensión y transición, pero si, en el cuerpo colectivo del hombre a través del Tiempo que es el verdadero negocio de ella. Porque el hombre se dirige hacia la verdad infinita por la variedad de sus experiencias; así, que la razón lo ayuda a construir, cambiar, destruir lo que ha construido y preparar una nueva construcción, en una palabra, progresar, crecer, agrandarse en el conocimiento del mismo, de su mundo y su trabajo.
El segundo articulo de fe de un creyente en la razón es también un error aunque contiene una verdad. La razón no puede llegar a ninguna verdad final porque ella no puede llegar a la raíz de las cosas ni comprender la totalidad de sus secretos; ella trabaja con lo finito, lo separado, la incorporación limitada, y no tiene medida para el todo y el infinito. La razón no ha encontrado una vida perfecta para el hombre ni para la sociedad. Una vida humana puramente racional sería una vida frustrada y privada de sus fuentes más dinámicas y poderosas; eso seria sustituir al rey por un ministro. Una sociedad puramente racional no podría llegar a ser, y si llegara, no podría existir o esterilizaría y petrificaría la existencia humana. Las causas íntimas de la raíz poderosa de la vida humana, son muy profundas e irracionales, y la verdad de la vida está muy por encima, es supraracional. Pero la verdad es, que por el constante engrandecimiento y purificación para abrir la razón del hombre, es posible llegar a un entendimiento inteligente, inclusive si este, está escondido de él, un poder de reflexión pasiva y también simpatética de la Luz que lo sobrepasa. Su limite es alcanzado, su función es terminada cuando eso, puede decirle al hombre, "Hay un Alma, un Yo Soy, un Dios en el mundo y en el hombre, que trabaja callado, oculto, y todo lo que hay, es él mismo que está oculto y su gradual florecimiento. Yo he sido su ministro, abriéndote los ojos despacio, removiendo la espesa capa que recubre tu visión, hasta que haya solamente mi propio velo luminoso entre tu y él. Remueve eso, y has el alma del hombre, una en verdad y naturaleza con lo Divino; entonces te conocerás a ti mismo, descubrirás la grande y ancha ley de tu ser, llega a ser el poseedor o al menos el recipiente y el instrumento de una voluntad y conocimiento superior a la mía y por lo menos guarda el verdadero secreto y el sentido completo de un humano y a la vez un ser viviente divino." Las limitaciones de la razón llegan a ser muy obvias cuando la razón es confrontada con la vida religiosa. Esta es la jurisdicción o el reino, en el cual la razón intelectual contempla con la mente descarriada de un extranjero que oye un lenguaje en el cual las palabras y el espíritu son inexplicables para él y ve en todas partes formas de vida y principios de pensamiento y acción los cuales son absolutamente incomprensibles y extraños a su experiencia. La desamparada razón intelectual se encuentra con el fenómeno de que la vida religiosa es naturalmente apta para adoptar una de dos actitudes, ambas vacías en su extremo y temerariamente presuntuosas y erróneas. Cada una de ellas ve el todo como una masa de superstición, un sin sentido místico, un fárrago de sobrevivencias barbáricas ignorantes, -- que fue el espíritu extremo del racionalista ahora feliz, pero muy débil y aunque no muerto, casi moribundo, -- que patrocina la religión y trata de explicar sus orígenes para librarse de ella por el proceso de explicarla; o que trabaja gentil o fuertemente para rechazar o corregir sus supersticiones, crudezas, absurdos, para purificarla en un nada abstracta o persuadirla a purificarse ella misma en la luz de la razón inteligente; o a la que ella deja actuar como si fuera un ignorante y admitiendo después su valor como una influencia moralizadora; o la utiliza el Estado para poner en orden sus clases bajas, inclusive quizás trata de inventar una extraña quimera, una religión racional.
La esencia de la religión, su corazón, aparte de la externa maquinaria del credo, culto, ceremonia y símbolo, es la búsqueda de Dios, y el encuentro con Él. Su aspiración es descubrir el Infinito, el Absoluto, el Uno, el Divino, el cual es todas estas cosas y todavía no es una abstracción sino un Ser. Su trabajo es la vivencia de la verdad y las relaciones intimas entre el hombre y Dios, relaciones de unidad, relaciones de diferencia, relaciones de conocimiento iluminado, un amor estático y delicioso, un absoluto rendimiento y servicio, el despojarse de cada parte de nuestra existencia, de su estado normal a una ascensión o crecimiento del hombre hacia lo Divino y un descenso de lo divino hacia el hombre. Todo esto no tiene nada que ver con el reino de la razón o sus actividades normales; ya que las aspiraciones de la religión, su campo de trabajo y su proceso es supraracional. El conocimiento de Dios no se obtiene pesando los argumentos débiles y enfermizos de la razón a favor o en contra de su existencia: es obtenido solamente por una absoluta y trascendental concentración, aspiración y experiencia. Esa experiencia no se intenta o ensaya por nada parecido a un experimento científico racional o un pensamiento de filosofía racional. Inclusive en aquellas partes de la disciplina religiosa que se parecen más al experimento científico, el método es una verificación de las cosas que exceden a la razón y a su pusilánime visión. Inclusive en aquellas partes del conocimiento religioso que se parecen más a las operaciones intelectuales, las facultades iluminadas no son imaginación, lógica o juicio racional, sino revelaciones, inspiraciones, intuiciones, discernimientos intuitivos que nos llegan de un plano de luz supraracional. El amor a Dios es un sentimiento infinito y absoluto en donde no se usa un lenguaje de culto y adoración racional; la delicia en Dios es la paz y la bienaventuranza los cuales sobrepasan el entendimiento. El rendirse a Dios es el rendir todo el ser a una luz, voluntad, poder y amor supraracional, y sus servicios no toman en cuenta los compromisos con la vida, los cuales la razón práctica del hombre usa como la mejor parte de su método en la conducta ordinaria de la existencia del mundo. Lo que sea que la religión realmente encuentra, o lo que ella abre a su propio espíritu, -- hay cantidad de esa clase de practica religiosa la cual es dudosa, imperfecta, hipócrita, que no está completamente segura de ella misma y en la cual la razón puede convencer con la palabra, -- es absoluto en su forma e inefable en sus frutos.
Como el infinito, lo absoluto y lo trascendente, lo universal, el Uno, es el ápice o la cima secreta de la existencia, y alcanzar la consciencia espiritual y lo Divino es la meta y el objetivo de nuestro ser, y por lo tanto, la razón no puede ser la última y suprema guía de la totalidad del desarrollo del individuo y la colectividad en todas sus partes y en todas sus actividades. . . Porque la razón no puede alcanzar lo Divino y solamente se compromete con problemas de la vida . . .
El nublar o por lo menos colorear la vida, cubrir todos los instintos e ideas fundamentales por el instinto religioso y las ideas religiosas es, hemos notado, cierta preponderancia de la religión y no es nada peculiar a las civilizaciones asiáticas, pero siempre ha sido más o menos un estado normal de la mente humana y de las sociedades humanas . . . Nosotros debemos suponer entonces, que en esta parte predominante dada a la religión por la colectividad humana normal (la humanidad) hay una gran necesidad y verdad de nuestro ser natural al cual nosotros siempre debemos regresar, sin importar lo que tardemos o si queremos o no.
Por otra parte, debemos reconocer la verdad de que en un tiempo de gran actividad, de grandes aspiraciones, de profunda siembra y de rica cosecha, como lo es la era moderna con todas sus faltas y errores, ha habido un tiempo, especialmente cuando la humanidad se sacudió bastante de lo que era cruel, diabólico, ignorante, oscuro, odioso, no por el poder de la religión, sino por el poder de la inteligencia despierta y el idealismo humano y la simpatía, que esta predominancia de la religión ha sido violentamente atacada y rechazada por la porción de la humanidad que en esa época fue la que llevo la carga de los pensamientos de progreso, Europa después del Renacimiento, la Europa moderna. Muy frecuentemente las religiones acreditadas se han opuesto al progreso y unido con las fuerzas de la oscuridad y opresión. Y esa acción ha necesitado una negativa, una rebelión o levantamiento de la mente y el corazón humano oprimido para corregir esos errores y plantear el derecho de la religión. Esto no hubiera sido así si la religión fuera la guía única y verdadera de toda la vida humana. Nosotros no necesitamos seguir la mente racionalista y atea a través de todo su proceso agresivo con la religión. No necesitamos por un instante soltar esa gran tensión refugiándonos en la supersticiones, aberraciones, violencias, inclusive crímenes, los cuales la Iglesia, los cultos y credos han favorecido, admitido, sancionado, apoyado o explotado por su propio beneficio. Como se ha dicho, los crímenes y errores que han sido cometidos en el nombre de la libertad y el orden han sido suficiente para condenar el ideal de libertad y el ideal de orden social. Pero nosotros tenemos que hacer notar la verdad de que tal cosa fue posible, y encontrar su explicación . . . Debemos observar la raíz de este mal, la cual no está en la religión, sino en sus partes infraracionales, no en la fe espiritual y la aspiración, sino en nuestra confusión humana ignorante de la religión, con un credo en particular, una secta, un culto, una sociedad religiosa o una Iglesia. Toda la raíz de la insuficiencia histórica en la religión como guía y control de la sociedad humana descansa ahí. Iglesias y credos se han opuesto violentamente en el camino de la filosofía y la ciencia quemando a Giordano Bruno y llevando a la cárcel a Galileo, y se portaron tan mal ellos mismos al respecto, que la filosofía y la ciencia tuvieron que para defenderse, reaccionar en contra de la Religión y rendirla en pedazos para poder obtener el paso libre para su legitimo desarrollo; y esto porque los hombres en la pasión y oscuridad de su naturaleza vital escogieron pensar que la religión los estaba confinando o limitando con ciertas fijas concepciones intelectuales acerca de Dios y del mundo las cuales no podían pasar un escrutinio, y por lo tanto el escrutinio había que destruirlo a fuego y espada; la verdad científica y filosófica tiene que ser negada para que el error de la religión sobreviva. También vemos que el espíritu estrecho religioso frecuentemente aprisiona y empobrece el júbilo y belleza de la vida, por un ascetismo intolerante o, como los Puritanos lo intentan, porque ellos no pueden ver que la austeridad religiosa no es toda la religión, aunque eso es una parte importante de ella, no es el único camino para llegar a Dios, ya que el amor, la caridad, la gentileza, la tolerancia, y la bondad, son también y todavía más divinos, y ellos olvidaron o nunca supieron que Dios es amor y belleza al igual que pureza. En política, la religión se ha echado frecuentemente del lado del poder resistiendo la entrada de grandes ideales políticos, porque la religión era la Iglesia, apoyada por el poder, por eso se confundió la religión con la iglesia, porque ésta, respaldaba una falsa teocracia, olvidando que la verdadera teocracia es el reino de Dios en el hombre y no el reino de un sumo pontífice, un Papa, un sacerdote, o una clase sacerdotal. Así también la religión ha apoyado a menudo unos rígidos y anticuados sistemas sociales, porque ella pensó en su propia vida limitada con las formas sociales a las que ella estaba asociada durante un gran periodo de su propia historia y erróneamente concluyó, que inclusive ese cambio necesario seria una violación para ella (la religión) y un peligro a su existencia. ¡Como si ese majestuoso e interno poder, que es el espíritu de la religión en el hombre, podría ser destruido por algo tan pequeño como una reforma social, o algo tan superficial como un reajuste social! Este error en todas sus formas ha sido la gran debilidad de la practica de la religión en el pasado y la oportunidad y justificación para la rebelión de la inteligencia, el sentido estético, el idealismo social y político, inclusive el espíritu ético del ser humano en contra de lo que debería haber sido su más alta tendencia y ley.
Es verdad en un sentido, que la religión debería ser la cosa más importante en la vida (su luz y su ley) pero la religión como debe de ser y realmente es en su naturaleza intrínseca, con sus leyes fundamentales del ser, es la búsqueda de Dios, el culto de la espiritualidad, la recepción en cada uno de la vida profunda del alma al Dios vivo, el eterno Omnipresente. Pero por otro lado, es verdad que la religión, cuando se identifica ella misma solamente con un credo, un culto, una Iglesia, un sistema de formas ceremoniales, bien puede llegar a ser la fuerza de retroceso y podría, por lo tanto, el ser humano llegar a necesitar un rechazo de su control sobre las diferentes actividades de la vida. Hay dos aspectos de la religión, la verdadera religión y el religiosismo. La verdadera religión es la religión espiritual, la cual busca vivir en el espíritu, en lo que está más allá del intelecto, más allá del ser estético, ético y practico del hombre, informando y gobernando las partes del ser por la suprema luz y ley del espíritu. El religiosismo por el contrario, se atrinchera el mismo, en su ignorancia, en una estrecha y lastimosa exaltación de su ley, haciendo hincapié solamente en sus dogmas intelectuales, formas, ceremonias, y en algunos fijos y rígidos códigos morales o en algunos sistemas religiosos - políticos o religiosos - sociales. Esto no quiere decir que todo esto sea negligente, que no valga la pena o sea innecesario, o que una religión espiritual necesite estar distante de la ayuda de las formas, ceremonias, credos o sistemas. Por el contrario, el hombre las necesita, porque esos dogmas tienen que ser exaltados antes que ellos puedan ser completamente espiritualizados, antes de que se pueda completamente sentir el espíritu obedeciendo sus leyes. Frecuentemente se necesita una formula intelectual para el temperamento u otras partes del ser infraracional, un conjunto de códigos morales en el camino a su vida interior. Pero estas cosas son ayudas y apoyos, no la esencia; precisamente porque ellas pertenecen a las partes racionales e infraracionales, no pueden ser nada mas, y si muy ciegamente se insiste en ellas, podrían estorbar la luz supraracional. Tal como son, esos códigos morales, tienen que ser ofrecidos al hombre y usados por él, pero no impuestos como su única ley por una dominación inflexible. En el uso de ellos la tolerancia y el permiso para su variación es la primera regla que debería ser observada. La esencia espiritual de la religión es solamente la única cosa suprema que se necesita, a lo que siempre tenemos que adherirnos, subordinando a ella cualquier otro elemento o motivo.
Pero aquí surge una ambigüedad la cual trae consigo una fuente profunda de divergencia; porque la religión espiritual parece ser frecuentemente algo remoto de la vida en la tierra, diferente y hostil. La religión parece que condena la persecución de las metas materiales como tendencia opuesta a una vida espiritual y a las esperanzas del hombre en la tierra como una ilusión o vanidad incompatible con las esperanzas del hombre en el cielo. El espíritu entonces llega a ser algo apartado el cual el hombre solamente puede alcanzarlo apartando de su vida sus bajezas, dogmas y sistemas. Debiendo abandonar esta vida después de cierto momento cuando haya servido su propósito, o persistentemente obstaculizarla, humillarla y matarla. Si ese es el verdadero sentido de la religión, entonces obviamente la religión no tiene ningún mensaje positivo para la sociedad humana en su propio campo de esfuerzo social, esperanzas y aspiraciones o para el individuo en cualquiera de sus niveles del ser. Porque cada principio de nuestra naturaleza busca naturalmente por la perfección en su propia esfera, y si esos principios obedecen al gran poder, debe ser porque el gran poder le da la gran perfección y la completa satisfacción inclusive en su propio nivel. Pero si la perfección es negada y por lo tanto la aspiración a ella quitada por la urgencia espiritual, entonces el hombre debe perder la fe en él mismo y en el poder para seguir la expansión natural de sus energías y actividades o él debe rechazar el llamado del espíritu para seguir sus propias inclinaciones y leyes, su dharma. La guerra entre la tierra y el cielo, el espíritu y sus partes llega a ser todavía más estéril si la espiritualidad toma forma de una religión de sufrimientos, penas y mortificación o humillación austera, y los evangelios la vanidad de las cosas; en su exageración esto lleva a tales pesadillas del alma como esa terrible oscuridad y desesperación de la Edad Media en sus peores momentos, cuando la única esperanza de la humanidad parecía estar en la expectación y acercamiento del final del mundo, una inevitable y ansiada Pralaya o destrucción. Pero inclusive en una forma menos pronunciada e intolerante de esta actitud pesimista referente al mundo, eso llega a ser una fuerza para obstaculizar la vida, y no puede, por lo tanto, ser una verdadera ley y guía para la vida. Todo el pesimismo, en una gran medida, es la negación del Espíritu, de su omnipresencia y poder, una impaciencia con las formas de Dios en el mundo, una fe insuficiente en la Sabiduría y Voluntad divina que creo el mundo y por siempre lo guiará. Eso admite una noción errónea acerca de la Sabiduría y el Poder y por lo tanto no puede ser la suprema sabiduría y el poder espiritual el cual el mundo puede buscar para guía y para ascender de su propia vida hacia lo Divino. . . El monje apartado, el acético, puede definitivamente encontrar de esta manera su salvación individual y peculiar, la recompensa espiritual de su renunciación y tapasya, como el materialista puede encontrar por su método exclusivo la recompensa apropiada de su energía y su busca concentrada; pero eso, ni puede ser la guía verdadera de la humanidad o su dador de leyes. La actitud monástica denota miedo, una aversión, una duda de la vida y sus aspiraciones, y uno no puede inteligentemente, conducir y dirigir a eso, a lo cual uno tiene antipatía y desea empequeñecer y obstaculizar. Si un espíritu ascético dirigiera la vida y la sociedad humana, solamente podría prepararla para ser el instrumento que se negara a sí mismo y apartarse de sus propios motivos. Una guía ascética puede tolerar las actividades bajas, pero solamente para persuadirlas y al final empequeñecerlas y finalmente terminar sus propias acciones.
Pero una espiritualidad que al retirarse de la vida la envuelva, sin ser dominada por ella ni trabajar en incapacidad. El hombre espiritual que puede guiar la vida humana hacia la perfección es tipificado en la antigua idea India del Rishi, uno que ha vivido completamente la vida del hombre y encontrado la palabra del supraintelectual, supramental, la verdad espiritual. El se ha elevado por encima de las bajas limitaciones y puede ver todas las cosas desde arriba, pero también él se compadece con sus esfuerzos y puede verlas desde adentro; él tiene el conocimiento interno supremo. Por lo tanto él puede guiar al mundo en lo humano como Dios lo guía en lo Divino, porque como lo Divino, él es en la vida del mundo, y a la vez, sobre ella. Entonces en la espiritualidad, entendida de esta manera, debemos buscar la luz que dirige y la ley que armoniza, y buscar la religión solamente, en la proporción que ella se identifique con la verdadera espiritualidad. Y si a esa religión le falta algo de las condiciones de la verdadera espiritualidad, será solamente una actividad y un poder humano entre otros, e inclusive, si es considerada la más importante y la más poderosa de todas, ella no puede guiar completamente a otros. Si ella busca siempre arreglarlos dentro de los límites de un credo, una ley intransigente, un sistema particular, ella debe de estar preparada para verlos sublevarse de su control; porque aunque ellos puedan aceptar sus imposiciones por un tiempo y les haga un bien hacerlo, al final ellos deben avanzar, por la ley de su ser, hacia una actividad libre y una guía interna. La espiritualidad respeta la libertad del alma humana, porque ella misma es la libertad; y el profundo significado de libertar es el poder expandirse y crecer hacia la perfección por la ley de nuestra propia naturaleza, el dharma.
Por otra parte el hombre moderno no ha solucionado el problema de la relación del individuo con la sociedad. ¿Cuáles son sus papeles respectivos en el progreso espiritual de la humanidad?
En nuestra aspiración humana hacia la perfección personal y la perfección de la vida de la raza, los elementos de la futura evolución están empañados y confundidos con un medio iluminado conocimiento que se esfuerza por salir adelante; habiendo una discordia entre los elementos necesarios, un énfasis opuesto, y una cantidad enorme de básicas insatisfacciones y enfermizas soluciones. Este influir de ánimo oscila entre las tres principales preocupaciones de nuestro idealismo, -- 1. el singular y completo desarrollo del ser humano en el mismo, la perfección del individuo, 2. un completo desarrollo pragmático restringido, 3. la perfecta o mejor posible relación del individuo con el individuo y la sociedad y de la comunidad con la comunidad. Un énfasis exclusivo o dominante descansa algunas veces en el individuo, otras veces en la colectividad o sociedad y algunas veces en la correcta y balanceada relación entre el individuo y la colectividad humana como el todo (la humanidad). En los tiempos recientes el énfasis total ha pasado a la vida de la raza, a la búsqueda de la sociedad perfecta, y últimamente a la concentración de la perfecta organización y mecanización científica de la vida de la humanidad como el todo; el individuo ahora tiende a ser reconocido como un miembro de la colectividad, una unidad de la raza en la que su existencia debe ser subordinada a las metas comunes y al interés total de la sociedad organizada, y mucho menos o nada como un ser mental o espiritual con su propio derecho y poder de existencia. Esta tendencia no ha llegado todavía a alcanzar su clímax en todas partes, pero rápidamente esta creciendo dirigiéndose hacia su dominio. Aunque en las vicisitudes del pensamiento humano, por un lado el individuo es invitado a descubrir o seguir su propia afirmación, su propio desarrollo de mente, vida y cuerpo, su propia perfección espiritual; por otro lado es reclamado a subordinarse y aceptar las ideas, ideales, voluntad, instintos e intereses de su comunidad. Él es movido por la Naturaleza a vivir por él mismo y por algo muy profundo dentro de él que afirma su individualidad; él es llamado por la sociedad a seguir ciertos ideales mentales viviendo por la humanidad y por el gran bien de la comunidad. Sus principios y su interés están opuestos con el principio del altruismo. El Estado se erige y demanda su obediencia, su sumisión, su subordinación, su propia inmolación; el individuo tiene pararse en contra de ese pedido exorbitante y reclamar sus derechos, sus ideales, sus ideas, su personalidad, su consciencia. Es evidente que todo este conflicto de normas es una tentación de la Ignorancia mental del hombre buscando para encontrar su camino y aferrándose a diferentes lados de la verdad, pero incapaz por su deseo en la integridad o entereza en la verdad, de armonizarlo todo. Un conocimiento unificado y armonizado es el único que puede encontrar el camino, pero ese conocimiento pertenece a un principio profundo de nuestro ser en el cual la unidad y la integridad son innatas e intrínseco en él. Solamente encontrando eso en nosotros mismos es que podemos resolver el problema de nuestra existencia y el problema del verdadero camino del individuo y la vida comunal. Hay una realidad, una verdad de toda la existencia, la cual es más grande y más permanente que todas sus formaciones y sus manifestaciones; encontrar esa verdad y esa Realidad y vivir en ella logrando la más perfecta manifestación y formación posible, tiene y debe de ser el secreto de la perfección lo mismo para el ser individual que para la comunidad. Esta Realidad esta ahí, dentro de cada cosa, dentro de todo y le da a cada una de sus formaciones su poder y su valor de ser. El universo es una manifestación de la Realidad, y hay una verdad de la existencia universal, un Poder del ser cósmico, un Yo Soy - una mente universal. La Humanidad es una formación o manifestación de la Realidad en el universo, y hay una verdad y un Yo en la humanidad, un espíritu humano, un destino de la vida humana. La comunidad es una formación de la Realidad, una manifestación del espíritu del hombre, y hay una verdad, un Yo, un Poder de este ser colectivo. El individuo es una formación de la Realidad, y hay una verdad del individuo, el individuo mismo, alma o espíritu que se expresa el mismo a través de la mente, vida y cuerpo individual, y puede expresarse el mismo también en algo que va más allá de la mente, vida y cuerpo, algo inclusive que esta más allá de lo humano. Porque nuestra humanidad no es el todo de la Realidad o su mejor formación o creación posible, -- la Realidad ha asumido antes que el hombre existiera una infrahumana formación y creación en sí misma y puede asumir después de él una suprahumana formación y creación.
El individuo es definitivamente la clave del movimiento evolutivo; porque es el individuo quien se encuentra a si mismo, y llega a ser consciente de la Realidad. El movimiento de la colectividad es un gran movimiento subconsciente; su consciencia masiva general es siempre menos evolucionada que la consciencia de sus más desarrollados individuos, y progresa a medida que acepta sus impulsos o desarrolla lo que los individuos desarrollan. La máxima fidelidad del individuo no es al Estado el cual es un organismo de la comunidad la cual es parte de la vida y no la vida completa: su fidelidad debe ser para la Verdad, el Yo, el Espíritu, el Divino el cual esta en él y en todo; ni debe subordinarse o perderse en la masa, sino encontrar y expresar la verdad del ser en el mismo y ayudar la comunidad y la humanidad en su búsqueda por su propia verdad y totalidad del ser, el cual es y deber ser el objetivo real de su existencia. Pero en la medida que el poder de la vida del individuo o la Realidad espiritual se hace evidente o actúa, depende de su propio desarrollo: mientras él no se desarrolle el tiene que subordinarse a lo que es mayor que él. A medida que él se desarrolla, avanza hacia una libertad espiritual, pero esa libertad no es algo completamente separado de la total - existencia; sino que esa libertad esta solidarizada con la existencia porque esa libertad también es el mismo Espíritu. A medida que el avanza hacia la libertad espiritual, el también avanza hacia el Yo Soy espiritual. La espiritualidad comprende que el hombre liberado esta preocupado por el bien de todos los seres, dice el Guita; el Buda descubriendo su camino al Nirvana debe regresar para abrirle las puertas a aquellos que todavía están en la construcción de su ser o no - ser, en vez de su ser real. Vivekananda, guiado por el Absoluto, siente también la llamada del Dios encubierto en la humanidad y la mayoría de las llamadas de los caídos y sufridos, la llamada del yo al Yo en el cuerpo oscuro del universo. Para el individuo que ha despertado, su primera búsqueda debe ser la realización de la verdad de su ser, la de su liberación interna y la de su perfección, - primero, porque eso es el llamada del espíritu interno en él, pero también porque solamente por la liberación, la perfección y la realización de la verdad del ser es que el hombre puede llegar a la verdad de la existencia. Una perfecta comunidad también puede existir solamente por la perfección de sus individuos, y la perfección solamente puede llegar por el descubrimiento y la afirmación en la vida, por cada uno de su seres espirituales y el descubrimiento de todos, en esa unidad y en esa vida resultante.
En el presente, la humanidad esta pasando por una crisis evolutiva en la cual esta escondida la elección de su destino; porque al nivel que ha llegado, la mente humana ha alcanzado, en ciertas direcciones desarrollos enormes, mientras en otras direcciones, se ha parado impedida y desorientada y no puede encontrar su camino. Una estructura de la vida externa ha sido levantada por la mente siempre activa del hombre y su voluntad, una estructura de una complejidad gigantesca e imposible de manejar, para el servicio de sus demandas y urgencias mentales, vitales y físicas, una compleja maquinaria política, social, administrativa, económica, y cultural, un medio colectivo organizado para su satisfacción intelectual, sensacional, estética y material. El hombre ha creado un sistema de civilización que ha llegado a ser inmensamente grande, para su capacidad mental limitada y entendimiento y su todavía más limitada capacidad espiritual y moral, que no puede utilizarla y dirigirla, un sirviente muy peligroso de su disparatado ego y sus apetitos. Porque ninguna gran mente visionaria, ni un alma de conocimiento intuitivo ha llegado todavía a este estado de consciencia en el que pueda hacer de esta vida completamente básica una condición para el crecimiento libre de algo que la excede. Este nuevo y completo significado de la vida puede ser, por su poder de deshacerse de las insatisfacciones incesantes de sus necesidades físicas y económicas, una oportunidad para la completa persecución de otras metas más grandes que sobrepasen la existencia material, por el descubrimiento de un espíritu más grande y divino el cual intervendría y usaría la vida para una mayor perfección del ser: porque él la ha estado usando para la multiplicación de deseos nuevos y expansiones agresivas del ego colectivo. Al mismo tiempo la Ciencia ha puesto a su disposición muchas potencias de la Fuerza universal y ha hecho de la humanidad una vida material; pero lo que usa esta Fuerza universal es un pequeño individuo humano o un ego comunal con nada de universal en su luz de conocimiento o sus movimientos, sin ningún sentido interno o poder el cual crearía en este cuadro físico del mundo humanos una verdadera vida unificada, una unidad mental o un todo espiritual. Todo lo que es, es un caos de chocantes ideas mentales, urgencias y necesidades físicas del individuo y la colectividad, demandas vitales y deseos, impulsos de una vida ignorante que empuja, hambrientos individuos que claman por satisfacción en la vida, clases, naciones, un hongo lleno de necias ideas políticas, sociales y económicas, una mezcla en movimiento de consignas y panaceas por las cuales los hombres están dispuestos a oprimir y ser oprimidos, a matar y ser matados, para imponerlos de alguna manera o por el inmenso y formidable medio puesto a su disposición en la creencia de que esta es la forma de lograr los ideales. La evolución de la vida y mente humana debe dirigirse hacia el aumento del universalismo; pero sobre las bases del ego y la mente segmentada y dividida esta salida solamente puede crear un gran y vasto conjunto de impulsos e ideas contaminadas que no concuerdan, una fuente de poderes y deseos enormes, una masa o mezcla caótica mental, vital y física sin asimilar, de una larga existencia la cual, como no esta dirigida por la luz armoniosa del espíritu, debe esforzarse, en una confusión y discordia universal, para salir a flote, siendo imposible de esta manera construir una vida armoniosa.
Una vida unida, mutua y armoniosa nacida de la profunda y amplia verdad de nuestro ser es la única verdad de la vida que puede satisfactoriamente remplazar las construcciones mentales imperfectas de un pasado el cual fue una combinación de asociación y conflicto regulado, una acomodación de egos e intereses agrupados para formar una sociedad, una consolidación con motivos comunes en la vida, una unificación por la necesidad y el placer de luchar con las fuerzas exteriores. Es tal el cambio y la reforma de la vida, que la humanidad ciega esta comenzando a ver, ahora más y más que el sentido de que su existencia depende de encontrar el camino. La evolución de la mente trabajando sobre la vida ha desarrollado una organización de la actividad de la mente y uso de la materia la cual no puede más ser apoyada por la capacidad humana sin un cambio interno. Un ajuste de la individualidad humana egocéntrica y separatista, inclusive en asociación a un sistema de vida que demanda unidad, perfecta mutualidad y armonía, es imperativo. La carga que ha sido puesta en la humanidad es muy grande para la pequeñez de la personalidad humana, su estrecha mente y su escasos instintos. Ella no puede operar el cambio que se necesita, porque ella esta usando este nuevo aparato y organización para servir la vieja infraespiritual e infraracional vida colectiva e individual de la humanidad. El destino de la raza parece estar dirigido peligrosamente, como si impacientemente a pesar de ella misma, guiada por la dirección del ego vital, fuera manejada por fuerzas colosales las cuales están en la misma escala que la gigante organización mecánica de la vida y conocimiento científico los cuales han evolucionado a una escala mucho mayor para que su razón y voluntad pueda manejarla, dentro de una confusión prolongada y una crisis peligrosa y oscura de una violenta y cambiante incertidumbre. Inclusive si esto llegara a ser una fase pasajera o un aparente ajuste estructural tolerable se encontrara para que la humanidad lograra proceder menos catastróficamente en este viaje incierto, esto solamente podría ser una tregua. Porque el problema es fundamental y el poner la Naturaleza evolutiva en el hombre es confrontarlo a él mismo con una alternativa critica la cual debe ser resuelta un día, en el verdadero sentido, si la raza quiere llegar o inclusive sobrevivir.
Una formula racional y científica del vital y materialista ser humano y su vida, una búsqueda por una sociedad económica perfecta y el culto democrático del hombre promedio es todo lo que la mente moderna nos presenta en esta crisis, como la luz para su solución. Fuera lo que sea que la Verdad apoye, no es suficientemente claro el cómo llenar las necesidades de una humanidad la cual tiene por misión evolucionar más allá de ella misma, a cualquier paso si debe existir, para ir más allá del nivel que se encuentra en el presente. Un instinto de vida en la raza y en el hombre promedio ha sido inadecuado y ha sido guiado hacia unos valores reversibles o hacia el descubrimiento de nuevos valores transfiriendo la vida a unas bases nuevas y diferentes. Esto ha sido un intento para encontrar una simple y ya hecha base de unificación, mutualidad, y armonía para lograr una vida en común, y hacerla trabajar suprimiendo el choque competitivo de egos, hasta llegar así a una vida identificada con la comunidad en vez de una vida de diferencias. Pero para realizar este deseado fin, los medios adoptados han sido la forzada y triunfante materialización de unas cuantas ideas restringidas o gritos de combate entronizados excluyendo cualquier otro pensamiento, la supresión de la mente del individuo, una comprensión mecánica de los elementos de la vida, una unidad mecanizada y dirigida por la fuerza - vida, una coacción del hombre por el Estado y la sustitución de lo comunal por el ego individual. El ego comunal es idealizado como el alma de la nación, la raza, la comunidad; pero esto es descomunal y puede llegar a ser un error fatal. Una forzada e impuesta unanimidad de mente, vida, una acción llevada a su más alta tensión dirigida por algo que se piensa es lo más grande, el alma colectiva, la vida colectiva, es la formula "mágica". Pero este ser colectivo oscuro no es al alma o el yo de la comunidad; es una fuerza - vida que se levanta del subconsciente y, que niega la luz de la guía por la razón, y puede ser guiado solamente por las fuerzas oscuras masivas las cuales son poderosas pero peligrosas para la raza, porque ellas son extrañas a la consciencia evolutiva de la cual el hombre es el portador y fiduciario. No es en esta dirección que la Naturaleza evolutiva ha señalado a la humanidad; esta es una reversión hacia algo que ella ya ha dejado atrás.
Si la humanidad sobrevive, una transformación radical de la naturaleza humana es imprescindible.
Pero todavía eso no ha sido experimentado, lo que sea que se haya estado esperando, ese entrenamiento educacional e intelectual por el mismo, puede cambiar al hombre; y solamente capacita al individuo humano y al ego colectivo con una mejor información y una maquinaria más eficiente para su propia afirmación, pero lo deja con el mismo ego humano sin cambiar. Ni puede la mente y vida humana hacerse perfecta -- inclusive en lo que se piensa que es la perfección, una sustitución fabricada -- por cualquier clase de maquinaria social; la materia puede ser y el pensamiento también, pero en la existencia humana la materia y el pensamiento son solamente instrumentos para el alma y la fuerza - vida. Una maquinaria no puede formar un alma y la fuerza de la vida dentro de unas normas; a lo mejor las puede coaccionar, hacer el alma y la mente inertes y paralizadas, y regular la acción de la vida exterior; pero, si esto puede ser hecho efectivamente, la coacción y la compresión de la mente y la vida son indispensables y eso otra vez, suena a una estabilidad sin progreso o decadencia. Hay la posibilidad que en el ir y venir de la idea mecánica de la vida y la sociedad, la mente humana busque refugio en la idea religiosa y la sociedad gobernada o sancionada por la religión. Pero la religión organizada, aunque pueda dar un medio de elevación interna para el individuo y preservar en él o detrás de él una forma de abrirse a la experiencia espiritual, no ha cambiado la vida humana y la sociedad; no puede hacerlo porque para gobernar la sociedad tiene que comprometerse con las partes bajas de la vida y no puede insistir en el cambio interno del ser total; solamente puede hacer insistencia en una aceptación formal de las normas éticas y una conformidad a las instituciones, ceremonias y rituales. La religión de esa manera concebida puede dar un colorido ético - religioso o un tinte superficial algunas veces, si mantiene un fuerte núcleo de experiencias internas, puede generalizar más o menos una tendencia espiritual incompleta; pero no transforma la raza, no puede crear un nuevo principio de la existencia humana. Una completa dirección espiritual dada a toda la vida y toda la naturaleza puede solamente levantar a la humanidad por encima de ella misma. Otra posible concepción análoga a la solución de la religión es la guía de la sociedad por hombres con logros espirituales, la hermandad o unidad de todos en una fe o disciplina, la espiritualización de la vida y la sociedad cambiando la vieja maquinaria de vida en esa unificación o inventando una nueva maquinaria. Esto también ha sido intentado antes sin ningún éxito; fue la idea básica de más de una religión: pero el ego humano y su naturaleza vital fueron muy fuertes para la idea de la religión trabajando en la mente y por la mente para sobrepasar su resistencia. Es solamente por el completo emerger del alma, el completo descenso de la luz y el poder del Espíritu y la transformación y elevación de nuestra insuficiente naturaleza mental y vital por un supernatural y supramental espíritu que se puede efectuar este milagro evolutivo. A primera vista, la insistencia en un cambio radical de la naturaleza, puede parecer, que se han puesto todas las esperanzas de la humanidad en un futuro distante y evolucionado; porque la trascendencia de nuestra naturaleza normal humana, una trascendencia de nuestro ser mental, vital y físico, tiene el aspecto, en el presente, de un esfuerzo muy grande y difícil, para el hombre como es, imposible. Inclusive, si fuera posible, todavía seria la única oportunidad para la transmutación de la vida; porque la esperanza por un cambio verdadero en la vida, sin un cambio en la naturaleza humana es una proposición irracional y no espiritual; es pedir por algo artificial e irreal, un milagro imposible. Pero lo que se está demandando con este cambio no es algo del todo distante, extraño a nuestra existencia y radicalmente imposible; porque lo que tiene que desarrollarse está aquí adentro nuestro ser y no es algo fuera de él: lo que la Naturaleza evolutiva está empujando es el despertar de nuestro conocimiento interno, el descubrimiento de uno mismo, la manifestación de uno mismo y el espíritu dentro de nosotros y la liberación de su conocimiento, su poder, su innata instrumentación. Eso es además, un paso por el que toda la evolución del ser llega a un punto donde el intelecto y la fuerza vital alcanza su apogeo y hay una necesidad para ellos de fracasar, de hundirse en un letargo de derrota / vencimiento o en un reposo de una quietud estancada, o abrirse paso a través del velo a los cuales ellos se han consagrados. Debe de haber, y es una necesidad, un cambio radical en la humanidad que ya muchos lo han sentido y lo han visualizado, un sentimiento de necesidad imperativa, el sentido de su posibilidad, la voluntad de hacerlo posible en ellos y encontrar el camino. Esa necesidad esta aquí, y debe aumentar con la tensión de la crisis del destino del mundo-humano; la necesidad de un escape o una solución, y los sentimientos de que no hay otra solución más que la espiritual no pueden sino crecer y llegar a ser más imperativos debido a la urgencia de las circunstancias criticas. Para esa llamada en el ser, siempre habrá una respuesta en la Divina Realidad y en la Naturaleza.