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27
de mayo de 2004
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- Maestra:
Le transcribo aquí unos versos que me han impactado en gran manera:
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- El
carácter transitorio de la vida (la impermanencia, el sufrimiento y la
carencia de identidad).
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- "Yo dije: Atenderé
a mis caminos,
- para
no pecar con mi lengua,
- guardaré
mi boca con freno,
- en
tanto que el impío esté delante de mí.
- Enmudecí
con silencio,
- me
callé aún respecto de lo bueno,
- y
se agravó mi dolor.
- Se
enardeció mi corazón dentro de mí,
- en
mi meditación se encendió fuego,
- y
así proferí con mi lengua:
- Hazme
saber, Jehová, mi fin
- Y
cuanta sea la medida de mis días,
- sepa
yo cuan frágil soy,
- He
aquí diste a mis días termino corto,
- y
mi edad es como nada delante de ti,
- Ciertamente
es completa vanidad todo hombre que vive,
- Ciertamente
como una sombra es el hombre,
- Ciertamente
en vano se afana,
- Amontona
riquezas y no sabe quién las recogerá".
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- Facundo Larosa
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27
de mayo de 2004
Comentario al respecto desde el
Centro
Zen Budista Argentino:
Querida Maestra:
Qué gran simlitud con el
Sutra del Diamante: "como una sombra es el hombre", aquel Sutra que
finaliza con esa invocación: todas las cosas compuestas, debes mirarlas como
a un relámpago, una sombra, fantasía, espuma; como rocío, así debes
contemplar.
Gonzalo (Kumgang)