Ensayos de
"diferentes autores" sobre la Meditación y la Concentración
La Meditación
Ensayo #7
Meditaciones
Guiadas
Por
Joanna Macy
Meditación Sobre la
Muerte
La mayoría de los
caminos espirituales comienzan reconociendo la transitoriedad de la vida
humana. Los cristianos medioevales lo mostraron en el auto religioso Todohombre.
Don Juan, el brujo yaqui, enseñó que el guerrero iluminado camina con la
muerte en su hombro. El confrontar y aceptar lo inevitable de nuestra muerte
nos libera de nuestros apegos y nos permite vivir con atrevimiento.
Una meditación inicial
en el camino budista involucra la reflexión sobre el hecho doble de que:
“la muerte es segura” y “el momento de morir es incierto”. En el
mundo actual, la construcción de armas nucleares, sirviendo en cierto
sentido de maestro espiritual, hace esa meditación por nosotros, pues nos
dice que podemos morir juntos en cualquier momento, sin previo aviso. Cuando
permitimos que la realidad de esta posibilidad se haga consciente, causa
dolor, pero también nos despierta de una sacudida a la vivacidad de la
vida, a su calidad milagrosa, elevando nuestra consciencia de la belleza y
unicidad de cada objeto y de cada ser.
Como práctica
ocasional en la vida diaria:
Mira
a la persona con quien te encuentras (extraño o amigo). Ve dándote cuenta
de que esta persona vive en un planeta en peligro. Él o ella puede morir en
una guerra nuclear o de los venenos que se esparcen a través de nuestro
mundo. Observa esa cara, única, vulnerable... Esos ojos todavía pueden
ver; no son huecos vacíos... la piel está todavía intacta... Sé
consciente de tu deseo de que esta persona se libre de tal sufrimiento y
horror, percibe la fuerza de tu deseo... sigue respirando... También
permite que surja en ti la idea de que ésta pueda ser la persona con quien
estés cuando mueras... esa cara la última que veas... esa mano la última
que toques... la que podría acercarse para ayudar, consolar, dar agua... Ábrete
a los sentimientos hacia esa persona que afloran en tu consciencia ante esa
posibilidad... Ábrete a los niveles del afecto y conexión que se revelan
en ti.
Meditación
Sobre el Amor Compasivo - Metta
El amor compasivo, o Metta,
es la primera de las cuatro “Moradas del Buda”, también conocidas como
los Brahmaviharas. La meditación para despertar y sustentar el amor
compasivo es un elemento básico del Movimiento Sarvodaya Shramadana para el
desarrollo comunal den Sri Lanka, y se le destina minutos de silencio al
principio de cada reunión. Los organizadores y los trabajadores del pueblo
encuentran que es útil para adquirir una motivación hacia el servicio y
para vencer sentimientos de hostilidad o la falta de adecuación en ellos y
con los demás.
Recibí por primera vez
las instrucciones sobre esta meditación de una monja en la tradición
budista tibetana. Aquí está una versión que he adaptado para su uso en
occidente.
Cierra tus ojos y
comienza a relajarte, exhalando para liberar la tensión. Ahora enfócate en
el flujo normal de la respiración, soltando todos los pensamientos extraños
mientras observas pasivamente el inhalar y el exhalar.
Ahora trae a tu mente a
alguien que ames con mucho cariño... en tu imaginación ve al cara de esa
persona amada... pronuncia silenciosamente su nombre... siente tu amor por
este ser, como una corriente de energía que viene de tu interior... Ahora
permítete sentir cuánto quieres que esa persona esté libre de miedo, cuán
intensamente deseas que esa persona pueda soltarse de apegos y enemistades,
de la confusión y el dolor y de las causas del sufrimiento... Este deseo,
con toda su sinceridad y fortaleza, es Metta, el gran amor compasivo.
Continúa sintiendo ese
flujo cálido de energía que viene de tu corazón, contempla con tu
imaginación a aquellos con quienes compartes la vida diaria, miembros de tu
familia, amigos cercanos y colegas, la gente con quienes vives y trabajas...
Haz que aparezcan en un círculo alrededor tuyo. Contémplalos uno por uno,
pronunciando silenciosamente sus nombres... y dirige hacia cada uno de ellos
la misma corriente de amor compasivo... Entre estos seres pueden estar
algunos con quienes estás incómodo, en conflicto o en tensión. Con ellos
especialmente, experimenta tu deseo de que cada uno se libere del miedo, se
libere del odio, se libere de la ambición e ignorancia y de las causas del
sufrimiento.
Ahora que permiten que
aparezcan, en círculos concéntricos mayores tus amigos y conocidos... Deja
que el haz de amor compasivo los toque también a ellos, deteniéndote en
las caras que aparecen al azar en tu imaginación. Con ellos también,
experimenta el deseo que tienes de que se liberen de apegos, miedo, odio y
confusión, cuánto quieres que todos estos seres sean felices.
Más allá de ellos, en
círculos concéntricos aún mayores, aparecen todos los seres con quienes
compartes este tiempo planetario. Aunque no te hayas encontrado con ellos,
sus vidas están interconectas en formas que van más allá del
conocimiento. Dirige también a estos seres, la misma corriente poderosa de
amor compasivo. Experimenta tu deseo e intención de que cada uno se
despierte del miedo y de odio, del apego y la confusión... que todos los
seres sean liberados del sufrimiento.
Igual que en la
meditación budista antigua, dirigimos ahora el amor compasivo a todos los
“fantasmas hambrientos”, los espíritus inconsolables que vagan en el
sufrir, todavía presos del miedo y la confusión. Que encuentren
descanso... que puedan descansar en el gran amor compasivo y en la profunda
paz que éste trae.
Con el poder de nuestra
imaginación vayamos ahora más allá de nuestro planeta, hacia el universo,
a otros sistemas solares, otras galaxias, otros campos búdicos. La
corriente de amor compasivo no es afectada por la distancia física, y la
dirigimos ahora, como apuntando un rayo de luz, hacia todos los centros de
vida consciente... Y a todos los seres con sensaciones, de todas partes, les
dirigimos nuestro deseo sincero de que ellos, también, se liberen del miedo
y la ambición, del odio y la confusión y de las causas del sufrimiento...
Que todos los seres sean felices.
Ahora,
como desde allá lejos en las distancias interestelares, volteamos y
contemplamos a nuestro propio planeta, nuestra propia casa... Lo vemos
suspendido en la negrura del espacio, esta joya de planeta azul y blanco
girando bajo la luz de su sol... Vamos lentamente hacia él, quedando cada
vez más cerca, más cerca, regresando a esta parte de él; esta región,
este lugar... Y a medida que llegas a este lugar, permítete ver el ser que
mejor conoces... a la persona que te ha tocado ser en esta vida... Conoces a
esta persona mejor que cualquier otra, conoces sus dolores y sus esperanzas,
conoces su necesidad de amor, sabes cuánto se esfuerza... Deja que la cara
de este ser, tu propia cara, se aparezca ante ti... Pronuncia el nombre con
que eres llamado con amor... Y experimenta, con esta misma corriente energética
de amor compasivo, qué tan profundamente deseas que este ser esté libre de
miedo, liberado de apego y odio, liberado de la ignorancia y confusión y de
las causas del sufrimiento... El gran amor compasivo que te conecta con
todos los seres está ahora dirigido a ti mismo... conoce ahora tu plenitud.
La
Respiración a Través
Para la mayoría de
las tradiciones espirituales, así como también para la visión del mundo
de la teoría de sistemas, es básico el reconocer que no somos entes
separados o aislados, sino partes integrales y orgánicas de la vasta red
de la vida. Como tales, somos como neuronas en una red neuronal, a través
de la cual surgen corrientes de consciencia de lo que nos ocurre, en
cuanto a especie y en cuanto a planeta. En ese sentido, el dolor que
sentimos por nuestro mundo es un testimonio vivo de nuestra interconexión
con él. Si negamos este dolor, entonces nos volvemos como neuronas
bloqueadas y atrofiadas, despojadas del flujo vital, debilitando así al
cuerpo mayor del cual tomamos nuestro ser. Pero si lo dejamos moverse a
través nuestro, entonces afirmamos nuestro pertenecer; nuestra
consciencia colectiva aumenta. Podemos abrirnos al dolor del mundo con la
confianza que no nos puede hacer pedazos ni nos puede aislar, ya que no
somos objetos que pueden quebrarse. Somos patrones elásticos dentro de la
vasta red del conocimiento.
Habiendo sido
condicionados a vernos como entes separados, competitivos y por lo tanto
frágiles, toma práctica volver a aprender este tipo de elasticidad. Una
buena forma de comenzar es practicar la simple franqueza, como en el
ejercicio de “la respiración a través”, adoptado de una antigua
meditación budista para el desarrollo de la compasión.
Cerrando los ojos
enfoca tu atención en la respiración. No trates de respirar en alguna
forma especial, despacio o largo. Simplemente observa como ocurre la
respiración hacia dentro y hacia fuera. Nota les sensaciones que la
acompañan en las fosas nasales o en el labio superior, en el pecho o en
el abdomen. Permanece pasivo y alerta, como un gato frente a una cueva de
ratones.
Mientras observas la
respiración, notas que ocurre por sí misma, sin tu voluntad, sin tu
decisión de inhalar o exhalar cada vez... es como si fueras respirado –
respirado por la vida... Igual que todo el mundo en este cuarto, en esta
ciudad, en el planeta actual, es respirado, sostenido, en una vasta red
respirante de vida.
Ahora visualiza tu
respiración como un chorro o un listón de aire pasando a través tuyo. Míralo
fluir subiendo por la nariz, bajando por la tráquea y yendo hacia tus
pulmones. Ahora de tus pulmones pásalo a través de tu corazón. Imagínalo
fluir a través de tu corazón y hacia fuera, a través de una abertura,
para reconectarse con la gran red de la vida. Deja que el flujo
respiratorio, a medida que te atraviesa, se te figure como un lazo que
forma parte de esa enorme red, conectándote con ella.
Ahora abre tu
consciencia al sufrimiento presente en el mundo. Baja todas las defensas y
ábrete al conocimiento de ese sufrimiento. Déjalo que venga en forma tan
concreta como puedas... imágenes concretas de tus prójimos con dolor y
necesidades, con miedo y aislados, en prisiones, en hospitales, en
edificios de apartamentos, en campamentos de hambre... no hay necesidad de
tensarse por esas imágenes, están presentes en ti en virtud de nuestra
ínterexistencia. Relájate y simplemente déjalas aflorar... las muchas e
incontables dificultades de nuestros congéneres, y también de nuestros
hermanos y hermanas animales, mientras cruzan a nado los mares y vuelan en
el aire de este planeta enfermo... Ahora inhala el dolor, como gránulos
oscuros en el chorro de aire, subiendo por la nariz, bajando por la
traquea, los pulmones y el corazón, y saliendo otra vez a la red
mundial... no hagas nada con los gránulos por ahora, salvo dejarlos pasar
a través de tu corazón.
Asegúrate que la
corriente fluya a través tuyo y hacia fuera otra vez; no te agarres del
dolor... entrégalo por ahora a los recursos curativos de la gran red
vital.
Podemos decir junto
con Shantideva, el santo budista: “Deja que todas las tristezas maduren
en mí”. Les ayudamos a madurar pasándolas a través de nuestros
corazones... haciendo un abono bueno y sustancioso a partir de toda esa
pena... de manera que podemos aprender de ella, enriqueciendo nuestro
conocimiento mayor, colectivo...
Si no se originan imágenes
o sentimientos y hay sólo inexpresividad, gris y entumecida, respírala a
través. El propio entumecimiento es una parte muy real de nuestro
mundo...
Y si lo que te aflora
no es el dolor ajeno tanto como tu propio sufrimiento, entonces también
respíralo a través. Tu propia angustia es una parte integral del dolor
de nuestro mundo, y aflora con él.
Si sientes un dolor
en el pecho, una presión en la caja torácica, como si el corazón se
quebrara, está bien. Tu corazón no es un objeto que se pueda romper...
Pero si ocurriera, dicen entonces que el corazón que se rompe puede
contener al universo entero. Tu corazón es así de grande. Confía en él.
Sigue respirando.
Esta meditación
dirigida sirve para introducir el proceso de la respiración a través, el
cual, una vez que nos familiarizamos con él, se vuelve útil en muchas
situaciones de la vida diaria que nos confrontan con información
dolorosa. Al respirar a través de las malas noticias, en vez de
sujetarnos a ellas, podemos hacer que se fortalezca nuestro sentidos de
pertenencia en la red del ser. Nos ayuda a permanecer alertas y abiertos,
ya sea leyendo el periódico, recibiendo una crítica, o simplemente
estando presente con una persona que sufre.
Para los activistas
que trabajan por la paz y la justicia, y para aquellos en contacto más
directo con los dolores de nuestro tiempo, esta práctica ayuda a evitar
el agotamiento. El recordar la naturaleza colectiva, tanto de vuestra
problemática como de nuestro poder, nos ofrece una porción curativa de
humildad. También nos puede salvar de la soberbia. Porque cuando podemos
tomar el dolor de nuestro mundo, aceptándolo como el precio de nuestro
afecto, no usamos nuestros actos para castigar a aquellos que están menos
involucrados.
La
Gran Bola de Mérito
La
compasión, que es el dolor por el dolor ajeno, es sólo una cara de la
moneda. La otra cara es la alegría en la alegría ajena - lo que en el
budismo es llamado mudita. En el mismo grado con que nos
permitimos identificarnos con el sufrimiento ajeno, también podemos
identificarnos con sus fortalezas. Esto es de suma importancia para lograr
un sentimiento de suficiencia y resistencia, porque estos tiempos tan
desafiantes requieren de nosotros más entrega, resitencia y valor de los
que podemos sacar de nuestra ración personal. Podemos aprender a nutrirnos
de las otras neuronas de la red neuronal, y verlas con agradecimiento y
alegría, como si fuera "dinero en el banco".
Esta práctica es adaptada de la Meditación
de Júbilo y Transformación, enseñanza impartida en un texto budista
escrito hace dos mil años, al comienzo de la tradición Mahayana.
La versión original se puede encontrar en el capítulo sexto del Sutra de
la Perfección del Conocimiento en 8000 Versos. Hoy la encuentro muy útil
en dos formas. La más cercana a la prática antugüa es ésta:
Relájate y cierra tus ojos. Abre tu
consciencia a las personas con las que compartes estos tiempos del
planeta... en este pueblo... en este país... y en otras tierras... Observa
con tu imaginación esas multitudes... Ahora deja que tu consciencia se abra
más todavia, hasta abarcar a todos los seres que algunas vez vivieron... de
todas las razas, credos y clases sociales, ricos, pobres, reyes y
limosneros, santos y pecadores... miral el vasto paisaje de estos prójimos
expandiéndose en la distancia, como cadenas montañosas sucesivas.
Ahora considera el hecho de que en cada una
de estas innumerables vidas, algún acto de mérito fue ejecutado. Por
limitada y despojada que haya sido su vida, hubo algún gesto de
generosidad, un regalo de amor, un acto de valor o de auto-sacrificio... en
el campo de batalla o en el lugar de trabajo, en el hospital o en el
hogar... De todos los seres en estas multitudes interminables surgieron
actos de valor, de bondad, de ensenanza y de curacion. Permítete ver esos
múltiples e inmensurables actos de mérito.
Ahora imagina que puedes barrer a estos
actos de mérito juntándolos... bárrelos hasta hacer un montón frente a
ti... usa tus manos... amontónalos... amontónalos en una gran pila y
mírala con felicidad y gratitud... Ahora dale golpecitos hasta formar una
esfera. Es la Gran Bola de Mérito...