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- por
- Sogyal Rimpoché
El
Príncipe Sidarta hizo su viaje histórico cuando tenía veintinueve
años de edad, después de ordenarle a su auriga, Channa, que le
preparara su caballo Kanthaka, dejando atrás a media noche su
palacio real, en la luna llena de Vesakha. Él cruzó el río Anoma,
se rapó la cabeza y hizo regresar a Channa de nuevo al Palacio. En
ese momento se convirtió en un Bodhisattva ascético sin ninguna residencia
permanente. Todo lo que poseía era una escudilla de mendigante y un manto
para cubrir su cuerpo.
- La renuncia lleva en
sí tristeza y alegría a la vez; tristeza al comprender la futilidad de las
antiguas costumbres, y alegría a causa de la visión más amplia que
empieza a desplegarse cuando se es capaz de abandonarlas. Ésta no es una
alegría común; es una alegría que da origen a una nueva y profunda
fuerza, una confianza, un estímulo permanente que proviene de descubrir que
no estamos condenados a nuestros hábitos, que realmente podemos liberarnos
de ellos, que podemos cambiar y hacernos cada vez más libres.