El Bushido: El Camino del Guerrero Samurai
 
©Por: Henry Binerfa Castellanos
Cinturón negro 3er Dan
Director Técnico Provincial del Kaisen-do en Camagüey, Cuba
 
 
 
 
Hoy en día son muy populares las artes marciales japonesas, siendo testigos de su popularidad y expansión alrededor del mundo, de estilos clásicos como el Jiu-jitsu, el Karate, el Judo y el Aikido, entre muchas otras. Su raíz brota en el período del Japón feudal. Por lo tanto, esto nos obliga a estudiar un poco la historia y la cultura japonesa, para poder comprender con mayor claridad la esencia de esas artes [de línea japonesa], la influencia del feudalismo en ellas, su filosofía y su ética.
Cuando las relaciones comerciales entre Japón y el occidente comenzaron a desarrollarse, alrededor del año 1853, bajo la fuerte presión del potente y sólido poderío naval estadounidense y la destrucción inevitable del feudalismo, los Samuráis o la clase guerrera, constituía un absurdo, y esto dio origen a muchas pugnas y rebeliones por aquellos guerreros que oscilaban entre unos 2,000,000 (que estaban a punto de extinguirse) en una población de 30,000,000 de habitantes. Un período feudal. que había durado desde el siglo XII hasta mediados del XIX, acababa de morir. Pero algo quedaba para siempre, los samuráis habían dejado una marca en todas las páginas de la historia Nipona, su influencia se encontraba en la poesía, en el arte, y en la cultura en general. Su espíritu se ha mantenido fresco y vivo después de mucho tiempo, existen muchos ejemplos de estos pero me limitare solo a nombrar su influencia en las artes marciales.
 
El termino de Bushido fue ampliamente conocido en Japón, y traducido literalmente significa "Modos Militares del Caballero", o código de conducta apropiado para un caballero guerrero. En el pedestal de la estructura social estaba el Emperador o "Hijo del Cielo", quien fue adorado hasta 1945 como un dios viviente; Su función principal residía en promover la cultura y el arte recatado de la vida cortesana, la arquitectura, la jardinería ornamental, la poesía y las muchachas geishas, para todos los cuales se aplicaban reglas estrictas. El poder político residía en manos del shogun o ''General" quien personificaba al Dios de la tormenta o padre espiritual de los Samuráis. Sus poderes eran una combinación de los de un primer ministro y los de un caudillo militar contemporáneo. Abajo de los Shogun estaban los daimyo o nobles de la corte, cada cual con séquito de asistentes o guardias (Bushi o Samurai) equivalente a un pequeño ejército privado. Las demás clases sociales, en una orden descendiente en importancia mas no necesariamente de riqueza, eran los aldeanos, los artesanos y los comerciantes. Es interesante notar que los comerciantes - relativamente acaudalados eran inferiores en un sentido social a los campesinos y los artesanos, al igual que lo eran los Samuráis. Los Samuráis estaban excluidos del comercio y recibían su paga del Shogun o del daimyo en forma de arroz, que en años posteriores vendían generalmente a los mercaderes cuando apareció el dinero como un medio de cambio. Muchos que vivían en un estado de pobreza empedernida consideraban de mal gusto hablar de dinero o preocuparse demasiado por él. A pesar de esto se convirtieron en el ideal de la nación y en uno de los principales temas del arte y la literatura. Si no es que el principal.
 
“Para ser un Samurai perfecto es necesario prepararse a la muerte mañana y tarde e incluso durante todo el día. Cuando un Samurai está constantemente dispuesto a morir, ha alcanzado la maestría de la Vía y puede dedicar, sin cesar, la vida entera al servicio de su señor”.
 
Esta frase que está tomada del libro japonés "Hagakure"(Hojas Muertas), se puede interpretar como un poco áspera, más aún en estos tiempos donde el ganar se ha vuelto una aberración ambiciosa, y donde el que no ocupa un primer lugar no es nadie ni nada. Sin embargo la frase no debe ser interpretada, ella por sí misma demuestra su virtud, ella no se refiere a una destrucción material, se enfoca en la superación de los defectos, de perseguir con ahínco la victoria suprema, la conquista de la cual el Buda fue participe, la victoria sobre sí mismo. Aplastando sin remordimiento las debilidades de sus deseos, y aceptando lo inevitable con calma y decisión, él sabe que la muerte es segura y que ocurrirá tarde o temprano. Su código era tan estricto que debía ser capaz de realizar el auto sacrificio, forma en que la muerte es buscada por la propia mano, llamada Seppuku (Hara- kiri) ritual, que señala:
 
"Cuando se pierde el honor, es un alivio morir; la muerte no es sino un retiro seguro de la infamia".
 
Este camino, resaltaba y diferenciaba al Samurai del resto de los habitantes de los pueblos y ciudades, su moral era totalmente superior, y fue desde siempre un modelo a seguir. El código del Bushido recogía diversos preceptos que regían la vida del Bushi, y cuyas fuentes se encuentran en el Budismo y las enseñanzas de Confucio, estas ultimas relacionadas con la ética.
 
De estos orígenes procedieron las virtudes que debían ser la guía del Bushi:
 
- Rectitud.
- Justicia.
- Valor.
- Audacia.
- Resistencia (no solo física).
- Piedad.
- Cortesía (imprescindible en Japón).
- Sinceridad.
- Honor (en su grado máximo y definitivo).
- Fidelidad.
- Control de sí mismo.
 
¿Qué más podía escribirles? Así que les dejo con este poema que resume todo lo antes escrito:
 
EL CREDO DEL SAMURAI
Anónimo S.XVII
 
No tengo padres,
hago del cielo y la tierra mis padres.
 
No tengo poder divino,
hago del honor mi fuerza.
 
No tengo recursos,
hago de mí humildad mí apoyo.
 
No tengo el don de la magia,
hago de mí fortaleza de ánimo mí poder mágico.
 
No tengo vida ni muerte,
hago del eterno mí vida y mí muerte.
 
No tengo cuerpo,
hago del valor mí cuerpo.
 
No tengo ojos,
hago del resplandor del rayo mis ojos.
 
No tengo orejas,
hago del buen sentido mis orejas.
 
No tengo miembros,
hago de la vivacidad mis miembros.
 
No tengo proyecto,
hago de la oportunidad mí designio.
 
No soy un prodigio,
hago del respeto al Dharma mí milagro.
 
No tengo principios,
hago de la adaptabilidad a todas las cosas mis principios.
 
No tengo amigo,
hago del espíritu mí amigo.
 
No tengo enemigo
hago de la distracción mí enemigo.
 
No tengo armadura,
hago de la benevolencia y la rectitud mí armadura.
 
No tengo fortaleza,
hago de la sabiduría inmutable del espíritu mí fortaleza.
 
No tengo espada,
hago del silencio del espíritu mí espada.
 
 
 
Una cultura extinguida, pero no olvidada. Las historias repletas de honor, proezas, romanticismo y bravura de las que fueron protagonistas estos guerreros se eleva por encima de las ruinas que dejó la historia, y convierten a cada practicante de artes marciales en un aprendiz de ‘samurai’.
 
 
 
 
©Henry Binerfa Castellanos – 1ro de agosto de 2003 - Camagüey, Cuba
1ro de agosto de 2003
 
 
 
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