Tengo
un amigo que tiene la costumbre de hacerme la siguiente pregunta… Cada vez
que parezco reaccionar ante algo, con cualquier grado de emoción,
particularmente cuando me enojo por algún motivo, me pregunta - ¿Cuánto
Zen puede haber en eso?
Hace un año más o menos, uno de mis
vecinos se enteró que mi cabeza rapada no era una declaración de última
moda, sino que yo era un verdadero sacerdote budista Zen; así que se acercó
a mí preguntándome: - ¡Oye mi amigo, me enteré que eres budista Zen. ¡Que
chévere! Ahora sé porque eres tan sereno y dulce en todo momento. Me
encanta el Zen. Por cierto, ¡acabo de un comprar té verde 'Zen'! Si tienes
tiempo, ¿podrías enseñarme Zen?
Bueno, primero lo primero. Conociendo que mi
vecino es cristiano y que no estaba interesado en el budismo como religión,
le dije - No te gustaría, es realmente aburrido. Lucía insatisfecho con mi
respuesta. Me reí y le dije - de todas formas, continua con el té verde,
es buenísimo para la salud.
Cuando le conté este pequeño incidente a
mi amigo, me dijo - ¿Cuánto Zen puede haber en eso? Este tipo te pide que
le enseñes Zen, ¿y es eso lo que le has respondido? No en balde hay tan
pocos budistas por aquí.
Entonces unos días después, al final de
una conversación sobre jardinería y los cambios en el clima, mi vecino me
dijo de nuevo - ¿Podrías prestarme un libro sobre Zen? Cómo te explico…
es que realmente suena como una filosofía muy chévere. Esta vez lo referí
a nuestra página web y le sugerí que leyera varios artículos, y que si
todavía estaba interesado con gusto le prestaría el libro que me había
pedido. Nunca volvió a tocar el tema en nuestras conversaciones. Todavía
lo veo ir a la iglesia el domingo; pero pienso que ha descubierto que hay un
poco más en el Zen que el té verde y los pronunciamientos enigmáticos.
Es sorprendente cómo tantas personas,
incluso aquellos que se dicen ser budistas, piensan que el Budismo Zen es
una filosofía impasible - y nada más. Seguro, hay gran ayuda de la filosofía
en el Dharma. Pero la filosofía por si sola no nos proporciona la
oportunidad de vivir las profundas experiencias espirituales que la práctica
del Budismo Zen nos permite. No son los filósofos los que experimentan el
éxtasis de la unión divina; son los devotos. Tiene que haber en el camino
ese otro elemento. ¡El Budismo Zen es una religión!
El Zen no es una tendencia y definitivamente
no es un club. No hay estatutos o regulaciones escritas que apliquen
universalmente a los budistas Zen. Algunos son vegetarianos; otros comen
pescado, mientras otros comen toda clase de carnes. Algunos se rigen por
dieciséis preceptos y otro por cinco. Pero hay una experiencia común a
todos los Budistas Zen. Dicha experiencia es el Zen del Budismo Zen. Y el
prefijo le da a este camino su carácter distintivo. Zen significa Meditación.
Nosotros somos Budistas Meditadores. Este es nuestra puerta principal a lo
divino. Practicamos los métodos de meditación, los que eventualmente nos
capacitan para darle un vistazo a eso que no podemos describir; sin embargo
cada practicante sabrá cuando esto haya ocurrido.
Nosotros buscamos la experiencia universal
de la unión divina. El Zen y el Budismo son las dos cosas, el fin y los
medios para lograr ese fin. El camino es la meta; no podemos tener lo uno
sin tener lo otro. Es como decir - me gusta la derecha pero no la izquierda.
- ¡Ahora, si removemos la izquierda, entonces el medio se convierte en la
izquierda! No, no podemos tener lo uno sin tener lo otro. El Zen es parte
del Budismo, y el Budismo es un elemento del Zen.
Si quieres unirte a un 'Club Zen', usar ropa
oriental bien chévere, practicar sentarte muy quieto aparentando clama,
comprar todos los libros sobre el 'Zen y el Arte de...', y obtener toda la
parafernalia Zen, el incienso, las estatuas, las imágenes y etc. y etc.,
pues simplemente hazle. Pero entiende que no estarás practicando Zen. Sin
los sentimientos internos de devoción, sin el deseo de servir a otros, sin
la humildad personal y el espíritu generoso, sin la bondad y la fe y las
manos unidas en suplica a nuestro Señor, estarás actuando falsamente y
simplemente practicando el arte de fingir y el auto-engaño. Créeme, eso es
todo un arte, el cual, por cierto, practiqué con maestría por un buen
tiempo.
El Zen es simple, después se torna difícil,
más adelante imposible, y luego simple otra vez. Ahí tiene su origen el
concepto de 'la mente del principiante'. El principiante no tiene nada que
lograr ni nada que desaprender. Todo es nuevo, y en una forma inocente, el
principiante está lleno de admiración. Pero cuando comienza a tratar de
entender lo que todo esto significa, y lo discute basado en prejuicios y
puntos de vista individuales, se comienza a alejar cada vez más y más del
Zen. Eventualmente, si la práctica es regular y hay un progreso suficiente
para mantener su interés, la mente del principiante se revelará a sí
misma otra vez. La humildad ganada después de años de meditación estéril
y de sufrir en el camino sin realmente ver a dónde lo lleva, borrará su
falso orgullo y su vana certeza, y la experiencia de comenzar reaparecerá.
Así que no podemos comprar nuestro camino
al Nirvana, ni leer nuestro camino al Nirvana, ni hablar nuestro camino al
Nirvana... pues solamente hay un camino a la montaña. ¡Tenemos que hacer
el trabajo y desprendernos del ego!
¿Cuánto Zen puede haber en eso? Es
solamente eso. Zen.
Nota: Le extendemos nuestras más
expresivas gracias a Fernando Valencia (Zhèng chún) por su participación
experta del idioma Español, en la corrección de la traducción de este
ensayo.