Lo Relativo y lo Absoluto
Relatos de la Vida Diaria
 
Rev. Yin Zhi Shakya
 
Por la Rev. Yin Zhi Shakya, OHY
Corrector: Zhèng chún (Fernando Valencia)
 
 
Relato #21
 
La Cárcel de la Ignorancia y El Camino Hacia la Liberación
 
 
 
Templo del Lama, Beijing, China - Foto por Yin Zhi Shakya
Hace unos días, cuando mi esposo y yo íbamos hacia el supermercado en el automóvil, comenzamos a hablar sobre uno de sus amigos que, según él, después de contarme lo que percibía me dijo que estaba preso en su ignorancia, yo hubiera dicho mejor en la 'Cárcel de su Ignorancia'. La frase me impactó tanto que me quedé pensando, no sólo en la actitud de su amigo, sino en lo que verdaderamente era 'estar preso en cárcel de la ignorancia'.
 
Me dije - La liberación o la emancipación o en términos más específicos la 'Iluminación' es la meta de todo Budista - la condición espiritual de un Buda o un Bodhisattva. Lograr la Iluminación Suprema es desprenderse de todas las aflicciones y descartar todos los sedimentos. Solamente entonces uno puede confiar en su mente y sus acciones. Antes de eso uno debe adherirse a los preceptos y observar bien de cerca la mente y sus pensamientos para de esa forma estar listo para agarrar el pensamiento diabólico tan pronto como surja.
 
El Buda le dijo a Ananda en el Sutra Surangama:
 

- Si puedes dejar atrás todas las condiciones que mezclan y unen tanto como aquellas que no mezclan ni unen, entonces, puedes también extinguir y expulsar las causas del nacimiento y la muerte y lograr el Bodhi perfecto, la naturaleza que no produce ni extingue. Esa es la mente básica clara y pura, la iluminación fundamental eterna.

 
¿Cómo alguien puede vivir preso toda su vida en la Ignorancia? Es la pregunta que me estuve haciendo todo el resto del día después de haber tenido esa conversación con mi esposo. Pues creámoslo o no, me dije, todos estamos presos en nuestra ignorancia mientras habitemos en los pensamientos egocéntricos y duales de odio y amor, malo y bueno, feo y bello, agradable y desagradable, correcto e incorrecto, etc.
 
Estamos presos del ego tirano. Ese ego que tan sutilmente nos hace creer que somos nosotros los que hacemos las decisiones, cualesquiera que sean. Es de vital importancia saber que las situaciones que se nos presentan en la vida están ahí para ser iluminadas y resueltas por nuestro Buda Interno, no por el ego. El ego sólo busca su beneficio sin contar con nada más, no sabiendo - por su propia ignorancia irreal - que todos somos una unidad, y que las partes de una unidad ya sean incluso las más mínimas, si están corruptas y podridas, no dejan que ella funcione en toda su capacidad. Entonces nos preguntamos (todos) - ¿qué hacer? Bueno, comencemos pensando lo que pensaría el 'hombre Chan':
 
- El hombre Chan es un veterano del cambio y tiene las cicatrices que lo prueban. Sabe que la religiosidad no es substituta para el combate. Aquellos que se deshacen con fervor sentimental debido a que han sobrevivido a la lectura de un poema, no están en el ejército de nadie.
 
La adecuada actitud Chan podría consistir entonces en no decir insensateces, en no hacer muestra pública de nuestra piedad, en reservar nuestra devoción para aquellas veces en que estemos solos y podamos expresarla adecuadamente; en no separarnos de nuestro camino para por una parte ser vulgares, y por la otra no afectar a aquellas refinadas sensibilidades que se imaginan que creemos que defecar y orinar son extrañas costumbres del proletariado, sobre las que una vez leímos en la biblioteca de papá. El Chan es una disciplina extremadamente dura. Tenemos que sacar nuestro interior al exterior, y analizar con un escalpelo disector nuestros más privados pensamientos y actos. La gente que es demasiado delicada o elegante para utilizar el lenguaje de los hombres comunes no tiene agallas para el Chan. Lin Ji no habría podido hacer mucho con ellos...
 
La actitud Chan requiere que abandonemos nuestras orgullosas agendas, que trabajemos por consideración al trabajo y por el sentimiento de cumplimiento. Donde hay orgullo no puede haber una actitud amorosa y natural. No dejemos creer a nadie que solo porque no pueda hacer nada de valor de lo que sentirse orgulloso, podrá fácilmente tener éxito en ser humilde. La humildad debería ser - aunque no lo es - un logro sencillo.
 
El Maestro Han Shan dijo en su máxima 63:
 

63. Aquéllos que son serios sobre el Dharma buscan los destellos de la sabiduría en todo lo que hacen. Ya sea ocupados o en reposo, solos o en grupo, se esfuerzan por permanecer conscientemente atentos. Tal vigilancia no es fácil. Pero una vez se acostumbran a la práctica, se vuelve tan natural la actividad, que nadie a su alrededor sospechará de lo que están alcanzando.

 
Es cierto que a veces ya no podemos ni sabemos cómo hacerlo... el corazón nos duele porque no podemos imaginar una salida (la liberación es la palabra correcta), y entonces comenzamos a pensar en estrategias materiales, absurdas y mentirosas, gastando toda nuestra maravillosa energía en cosas relativas, sin darnos cuenta que con sólo hacer surgir en nuestra mente el vislumbre de la verdad, podríamos inmediatamente comenzar a cambiar la situación, no desde el punto de vista relativo, sino con el poder de la voluntad de nuestro Buda Interno que nos capacita para 'ver' la Verdad detrás de todo esto. Esa Verdad que parece escondida, que el ego quiere velarla, pero que está ahí resplandeciente e imperecedera e imposible de ocultar para siempre. Las nubes, por muy grandes que sean, no pueden ocultar el sol por mucho tiempo; y el aquí y ahora de la urgencia para entrar en el Sendero nos hace estar alerta a cada una de las señales que percibimos.
 
Entonces, quizás el segundo paso sería buscar un maestro... Siempre hemos pensado, en el nivel relativo, que un maestro es lo indicado para aprender y salir de la ignorancia... pero no siempre es fácil encontrar uno calificado. Siempre lo he repetido una y otra vez; y siempre he seguido mis palabras diciendo: pero recuerden que un maestro es solamente una guía, él no puede liberarnos, ni meditar ni tampoco realizar la iluminación por nosotros. Sin embargo, si desarrollamos una 'concentración' y un 'estado de alerta', nos las podemos arreglar para que ser fuertes, claros y constantes en todo momento y en cada instante de nuestras experiencias comunes y eventos de cada día, entonces nuestra concentración alerta es 'nuestro maestro'. ¡Nuestro maestro está dentro de nosotros mismos! Es el Maestro imperceptible que no conocemos. Él que se desvanece después de administrar su enseñanza.
 
Muchos han hablado de ese maestro, porque lo han visto, o lo han oído, o lo han sentido. A ese maestro es a quien hay que acudir.
 
Comenzaremos con una cita de Jeddu Krishnamurti de su libro 'A los Pies del Maestro' y dice así acerca de Él en el primer párrafo:
 

"Estas palabras no son mías: son del Maestro que me enseñó. Sin Él no hubiera podido hacer nada, pero con Su ayuda he puesto los pies en el Sendero. Vosotros también deseáis penetrar en el Sendero; y así las mismas palabras que Él me dijo os ayudarán si queréis obedecerlas. No basta decir que esas palabras son bellas y verdaderas; quien desee lograr el éxito debe hacer exactamente lo que ellas entrañan. Mirar la comida y decir que es sabrosa no satisfaría a un hambriento: ha de comerla. Así pues no basta escuchar al Maestro: debéis practicar lo que Él aconseja, atendiendo a cada palabra y fijándoos en cada insinuación. Si no advertís una indicación, si no atendéis una palabra, queda perdida para siempre, porque Él no las repite."

 
El Honorable del Mundo, también habló muchas veces acerca del Maestro Desconocido (desconocido porque todavía no hemos podido percibirlo). Acuérdense que 'Ver' es el propósito de la vida. Y es por esa empresa por la que tenemos que trabajar diariamente en el cultivo, desarrollo y despertar de nuestro Buda Interno. Aquí les he traducido un pequeño relato que se le atribuye al Honorable del Mundo:
 
El Maestro Desconocido
 
El Bendito le dijo a Ananda: Oh Ananda, hay varias clases de asambleas; asambleas de nobles, de Brahmanes, de familias, de bhikkhus, y de otros seres. Cuando yo he entrado en una asamblea, siempre me he convertido, antes de sentarme, al mismo color y voz que la de mi audiencia. Le he hablado a ellos en su lenguaje y entonces, en el discurso religioso, les he instruidos pronta y gozosamente.
 
- Mi doctrina es como el océano, teniendo las mismas ocho cualidades maravillosas de él. Ambos, el océano y mi doctrina, gradualmente llegan a ser profundos. Ambos preservan su identidad bajo todos los cambios. Ambos arrojan los cuerpos muertos hacia la tierra seca. Al igual que los grandes ríos cuando desembocan a la mar pierden su nombre y desde ese momento se les reconocen como el gran océano, así mismo todas las castas, habiendo renunciado a su linaje y entrado en la Sangha, llegan a ser hermanos y son reconocidos como hijos de Shakyamuni. El océano es la meta de todos las corrientes y de la lluvia que cae de las nubes; sin embargo, nunca se desborda y nunca se vacía: así el Dharma es abrazado por millones de personas y sin embargo ni aumenta ni disminuye. Al igual que el gran océano tiene solamente un sabor, el sabor de la sal, así mi doctrina tiene solamente un sabor, el sabor de la emancipación. Ambos, el océano y el Dharma están llenos de gemas, perlas y joyas, ambos proporcionan un habitad para los seres poderosos. Hay ocho cualidades maravillosas en las que mi doctrina se asemeja al océano.
 
- Mi doctrina es pura y no hace discriminación entre el noble y el innoble ni el rico ni el pobre. Mi doctrina es como el agua que limpia todo sin distinción. Mi doctrina es como el fuego que consume todas las cosas, grandes y pequeñas, que existen entre el cielo y la tierra. Mi doctrina es como los cielos, porque hay espacio amplio en ella para la recepción de todos; para hombres y mujeres, niños y niñas, poderosos y humildes.
 
- Pero cuando hablé, no me conocieron y dijeron - ¿Quién puede ser éste que habla, un hombre o un dios? Entonces, habiéndolos instruido pronta y gozosamente con el discurso religioso, me desvanecí. Pero ellos no me reconocieron incluso al desvanecerme.
 
 
Todos tenemos nuestro Yo Búdico. Él Maestro Desconocido que poco a poco se da a conocer con su voz persistente para despertarnos e iluminarnos. Es nuestra tarea dejarlo surgir, escucharlo y seguirlo. Ese maestro, no necesariamente llega como una voz interna, podemos percibirlo de muchas formas. Puede ser una voz interna, un amigo que nos habla, un libro que leemos, una página de la Internet que bajamos a nuestra ordenadora, una intuición, un sacerdote, etc. Hay muchas manera de percibir al 'Maestro'.
 
Si como dice Krishnamurti no lo escuchamos o prestamos atención, no practicamos lo que aconseja, no atendemos cada palabra y nos fijamos en cada insinuación; si no advertimos su indicación, su enseñanza queda perdida para siempre... porque Él, no las repite. Se desvanecerá como en el relato del Honorable del Mundo y si no ponemos nuestra atención plena, ni siquiera lo reconoceremos.
 
Es en la meditación principalmente en donde nos ponemos en contacto con Él. Cuando el contacto está hecho es mucho más fácil reconocerlo al escucharlo y sentirlo. No lo dejemos pasar, porque quizás, en esta vida, no volvamos a encontrarnos con Él... y continuemos encerrados en la cárcel de la Ignorancia que el ego nos ha impuesto.
 
 
 
"OM GATE GATE PARAGATE PARASAMGATE BODHI SVAHA"
"(Vamos, vamos, vamos más allá, vamos a la otra orilla, ¡Iluminación! ¡Gozo!)"
 
 
Rev. Yin Zhi Shakya, OHY
Domingo, 12 de enero de 2003
 
 
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